sábado, 26 de enero de 2008

Fricsay interpreta Tchaikovsky.


Ferenc Fricsay es otro director interesante. A veces sus interpretaciones se diluyen en lo que se puede considerar "correcto". Pero en algunas ocasiones su música atraviesa el alma del melómano como una especie de meteorito incandescente, un fuego que abrasa, una verdad inapelable a la que hay que rendirse. Son célebres sus grabaciones de la sinfonía nº 9 de Dvorak, la sinfonía nº 9 de Beethoven, El Rapto en el Serrallo, La Flauta Mágica y la misa en do menor de Mozart y su cd dedicado a Kódaly . La sinfonía nº 6 "Patética" de Tchaikovsky pertenece a este grupo sin la menor duda.
El Fricsay de las grandes ocasiones se eleva, una vez más, por encima de la media y se coloca en el grupo de cabeza por derecho propio. A su lado, en este caso, prácticamente todos son rusos.
La Orquesta de la Radio Symphonie de Berlin, dirigida por este director, tocaron esta sinfonía del 17 al 22 de septiembre de 1959 en la Jesus-Christus-Kirche. Esta vez tocaron en STEREO:
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viernes, 18 de enero de 2008

DANZAS HÚNGARAS HÚNGARAS.


¿Quién no recuerda la cinematográfica imagen de Charlie Chaplin haciendo de barbero al ritmo de una danza húngara de Brahms?
Si les gustan estas danzas, les propongo escuchar al maestro que mejor las hizo sonar. Se trata, cómo no, de un húngaro, de nombre Fritz y apellido Reiner.
Siguen unas muestras:

SE RECOMIENDA UNA MÚSICA CONSTANTE.


Estoy en el tren de vuelta a casa y abro el libro que me acabo de comprar en esa librería a la que voy de vez en cuando. El autor es Vikram Seth y el título “Una música constante”. Me sumerjo en la lectura y así conozco a Michael, un violinista que toca en un cuarteto llamado Maggiore como segundo violín. Se trata de un ser tormentado por algo que ocurrió en el pasado, en Viena, cuando estudiaba violín con un reputado y exigente maestro que creía que su alumno podía hacer carrera como solista y cuando estaba con Julia, una culta estudiante de piano. Su violín es un Tononi y es un préstamo de la Sra. Formby, una vecina muy especial.
Veo que hay música por todas partes y sé que la historia despierta vivamente mi curiosidad. Así que sigo. Enseguida me veo en la necesidad de escuchar el trío para piano op. 1 nº 3 de Beethoven y descubro que existe una adaptación para quinteto. Siguen Haydn y Schubert. Schubert, el Schu bueno. Una “trucha” en el Musikverein de Viena. Entremedio descubro cómo afectan los sentimientos y las emociones en la ejecución de la música. Me doy cuenta de que un cuarteto es como una especie de matrimonio donde no debería haber secretos, de que para tocar o escuchar música hay que aislarse de la realidad presente, de que sin tener sosiego en nuestra alma no es posible conectar con esa música. No obstante, la música es, a su vez, uno de los instrumentos más eficaces que tenemos para aislarnos de la realidad. La cabeza sigue sus evoluciones y el corazón es quién dicta si nos gusta o no. La racionalidad contra la irracionalidad.
Sigo leyendo y el protagonista me sigue contando cosas acerca de la música. ¿Es conveniente que el primer violín y el segundo de un cuarteto alternen el primer violín? ¿Cómo se puede hacer que una viola pueda tocar notas más bajas? ¿Por qué un violín puede hacer ruidos extraños si ha viajado en muy poco tiempo a lugares con temperaturas y humedades muy diferentes? ¿Cuál es la sabiduría de un luthier? ¿Los que se dedican a la música antigua son un mundo aparte? ¿Un cuarteto de Mozart está basado en el arte de la fuga de Bach? ¿Cuánto puede valer un violín y cómo adquirir uno? ¿Hay tantos violinistas en Londres? ¿Cómo trabaja un representante de músicos? ¿Y los críticos? ¿Y las discográficas? ¿Quién impone los repertorios? ¿Cuál es el método de trabajo de un cuarteto? ¿Cómo se prepara una grabación? ¿Y si perdiéramos el oído? ¿Les gusta la música a los músicos? Esto empieza a parecerse a Foroclásico. Por momentos no puedo evitar pensar en cierta forista llamada jaqueline que toca el violoncelo en un conjunto de cámara o en el darrer blau que lo tocó hace tiempo, antes de que el mar y la aventura lo llamaran y llenaran, o en pocholo y MujerOrquesta que son violinistas profesionales. Me da la impresión de que puedo cambiar algunos nombres a los personajes sin alterar casi nada.
Decididamente en esta apasionante historia ocurren cosas similares a las que ocurren en Foroclásico. La insensibilidad. La violencia. Michael quería a Julia, pero se fue sin decir nada porque sus estudios de violín le exigían demasiado y él quería libertad. Meses después la busca y ella no quiere saber de él. Años después, cuando su vida es como una especie de sombra que recuerda el sol que una vez conoció, Michael reencuentra a Julia. Pero Julia ya ha tomado un camino que no tiene vuelta atrás y Michael, que dice que la sigue queriendo, no deja de crearle más y más incomodidades. Puede más su egoísmo. Ante todo está lo que él quiere, antes que lo que necesita aquella a quién él quiere. Hace daño de forma pertinaz. Y luego tiene experiencias místicas escuchando la música y su belleza. Es sensible y a la vez insensible, qué contradicción. Entonces, ¿qué es la música? ¿Es belleza estética? ¿Es medicina para las agresiones que nos inflige la vida? ¿Es alimento para nuestra alma?
Al final llegamos a Bach. El arte de la fuga. Una música constante. Curiosamente, como melómano también me estoy dejando a Bach para el final.
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sábado, 12 de enero de 2008

UN RAPTO MUY MOZARTIANO.



El Rapto en el Serrallo de Mozart es uno de mis singspiel preferidos. Todo el mundo sabe que Fricsay grabó para DG la referencia discográfica, aunque casi siempre se acaba citando su grabación anterior por la lujosa presencia de Anton Dermota. Eso sí, el mejor Osmín es Matti Salminen en la grabación de Harnoncourt para TELDEC. Karl Böhm tiene también excelentes interpretaciones.

La cosa es que ha caído en mis manos un disco de este Rapto interpretado por Sir Charles Mackerras, Yelda Kodalli, Paul Groves, Désirée Rancatore, Peter Rose, Lynton Atkinson y Oliver Tobias. Y la Scottish Chamber Orchestra and Chorus. Dejando de lado que el reparto vocal no es precisamente de referencia, en conjunto resulta una interpretación muy "mozartiana" y bastante equilibrada. Más que otros repartos más estelares de otras grabaciones.

Vean unas muestras:

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TILL EULENSPIEGELS.

Este poema sinfónico de Richard Strauss rebosa humor y genialidad orquestal. Evidentemente trata del célebre Till Eulenspiegels, un irreverente amante de la diversión con predisposición a burlarse de todo el mundo. Eso siempre según el folklore del norte de Alemania y los países bajos.

He aquí a Erich Kleiber con la Berliner Philharmoniker en 1930 interpretándolo (tómenselo como una curiosidad):


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Y si quieren otra interpretación limpia, precisa y luminosa, Fritz Reiner y la Wiener Philharmoniker son sus artistas (digamos que ésta es la buena):



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PAPÁ KLEIBER.

Erich Kleiber fue, según su hijo Carlos Kleiber, un grandísimo director de orquesta. Bueno, en realidad otras personas también opinan lo mismo, simplemente me ha parecido que citar la opinión de su propio hijo le daba más fuerza al asunto. La cosa está en que papá Kleiber no llegó a ser ninguna estrella al estilo Furtwangler, Klemperer, Karajan y compañía y a día de hoy tenemos de él un número bastante limitado de grabaciones suyas y se habla poco de él. Aunque nadie discute cimas como su Le Nozze di Figaro o Der Rosenkavalier en los años 50 para DECCA.

Pero ¿y antes de los 50? Fíjense en esta inacabada de Schubert de 1935 con la Berliner Philharmoniker para TELEFUNKEN (y aprecien qué sonido para la época):



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Y algo ligero para cambiar de tercio. La obertura de Caballería Ligera de Franz von Suppé:



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domingo, 6 de enero de 2008

Otras músicas.

Imaginen que en lugar de la sala de conciertos visitan uno de esos tugurios neoyorquinos que hay en la zona de Broadway. Es un local al cual se accede bajando unas escaleras y en el que en la puerta hay un tipo algo fornido que se interesa por quién quiere entrar. Después de estudiar bien cómo vestimos y qué pinta tenemos, nos hace acompañar por una de las camareras hasta una mesa que hay un poco separada del escenario, casi al fondo. Todo está en penumbra, excepto el pequeño escenario con los músicos y los cantantes. Nos sentamos, pedimos unas bebidas y nos dejamos llevar por la música. No es clásica, pero eso ya nos lo imaginábamos. Escuchamos distraídamente mientras observamos al resto de público congregado. Algunos, como ese señor de la mesa que está cerca del escenario y que tiene un aire a Woody Allen, han estado cenando allí. Casi involuntariamente seguimos las evoluciones de la camarera de pelo castaño que va sirviendo bebidas y que, vista su cara de perfil, nos hace soñar.

Una señorita llamada Linda Eder nos canta "Big Time":
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Luego, el otro cantante, Mandy Patinkin, el que nos ha advertido antes que lo suyo es hacer de actor, se atreve con un curioso tema a base de compositores rusos titulado "Tchaikovsky":
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Vuelve la srta. Eder con "Good 'N' Evil":
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Ahora el sr. Patinkin se pone trágico con "Brother can you spare a dime":
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Turno de la Eder, esta vez con "I, Don Quixote":
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Turno de Patinkin con "Love, Unrequited, Robs Me of My Rest":
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Y Linda Eder:
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Bueno, no han terminado pero ya es hora de que nos marchemos. Paguen la consumición y no se olviden de las tasas y la propina, no vayan a tener problemas con el señor de la puerta de salida. Una vez en la superficie, contemplen los letreros luminosos más famosos del mundo y procuren no entorpecer la marabunta de gente que, a las 2 de la mañana deambula por estas calles de New York.



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Más danzas.

Éstas son de Grieg. Edvard para los amigos. El lazo de conexión con las anteriores es el factor ruso. ¡Pero si Grieg no era ruso!, me dirán. ¡Ni siquiera conocía a Vladimir Putin!, insistirán. En eso estamos totalmente de acuerdo: Grieg no era ruso. Pero Gennady Rozhdestvensky sí. Y es justamente ese Rozhdestvensky quién dirige la Royal Stockholm Philharmonic Orchestra en la interpretación de las danzas sinfónicas op. 64. Por cierto, Grieg, a pesar de ese nombre, tampoco era griego.

Las danzas:

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Unas danzas rusas para Ormandy.

Las danzas sinfónicas op. 45 las compuso Rachmaninov pensando en su patria y en el hecho que las interpretaría Eugene Ormandy y su Philadelphia Orchestra. La verdad es que cuando los intérpretes son otros -incluso rusos ilustres- esta música no suena con tanto esplendor. He aquí la prueba:


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Una fantástica fantástica.

La sinfonía fantástica de Berlioz es una de mis debilidades. Cada tanto, la acabo poniendo en el equipo de música en cualquiera de las diversas grabaciones que almaceno en casa. Hoy la he vuelto a poner, en versión de Eduard van Beinum y el Concertgebouw de Amsterdam, una orquesta que me encanta. En mi opinión, una fantástica que vale la pena conocer.



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Miren qué Mozart.

Mozart es mucho Mozart, ya lo saben. Luego están las distintas interpretaciones de obras suyas. Que si historicistas (¿HIP?), que si históricas, que si lentas, que si rápidas. Un lío, oigan.

George Szell, con su línea clara y precisa (y su virtuosa Orquesta de Cleveland) aporta mucha luz a esta música. Pero, ¿y otros directores "luminosos"? ¿Y Fritz Reiner? Vean su espíritu mozartiano en esta 'Eine Kleine Nachtmusik' con la Chicago Symphony Orchestra:



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sábado, 5 de enero de 2008

La música de los rapsodas...


No hagan mucho caso de lo que un servidor escriba sobre música. Recuerden que soy inglés.

En cierta ocasión le preguntaron a Sir Thomas Beecham si era cierto que a los ingleses no les gustaba la música y respondió:

"-No es cierto: les gusta la música. No la entienden. Pero les encanta el sonido que produce."

Pues bien, ha caído en mis manos un disco de Leopold Stokowski interpretando Rapsodias cuyo sonido -léase música- me encanta. He aquí un par de ejemplos:

Ejemplo 1: Roumanian Rhapsody nº1 in A, op. 11
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Ejemplo 2: Hungarian Rhapsody nº2 in C-Sharp Minor
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Las presentaciones.

La gestación de este blog tiene su origen en una de esas veladas que acostumbro a pasar en el Club de los Zánganos. Allí hablamos de esto y de aquello y luego de aquéllo y de ésto, generalmente cosas vanales para el conjunto de los mortales (y me temo que también para los que no son mortales). Y hete aquí que el otro día mis compañeros de tertulia empezaron a alardear de sus blogs personales en internet, así que tuve que ir echando pelotas fuera todo el tiempo para no tener que confesar que el bueno de Bertie no tenía ninguno. Todavía, claro. Bueno, ahora ya tengo uno, éste que estan viendo. Y es nuevo, ¿qué más quieren?

En fin, el nombre de Jeeves, mi criado, figura en el título puesto que sin su decisiva participación este blog no hubiera sido posible. Al menos no cibernéticamente hablando. Figurense que en algún momento complicado de la activación del mismo llegué a pensar seriamente en la posibilidad de escribir los mensajes a mano en unas cuartillas y enviarlos personalmente a cada casa. Por suerte Jeeves me hizo reflexionar a tiempo que había demasiadas casas en el mundo y que no terminaría a tiempo para volver al Club de los Zánganos a contar maravillas de mi nuevo blog.

Seguirá.