domingo, 22 de noviembre de 2009

Chopin is in Polonia




En la vida, todo llega. Todo sigue el trazado de un libro invisible y se manifiesta cuando la luz es más intensa, como si despertáramos de un sueño, por sorpresa a veces, como si dejáramos de ser ciegos y sordos. Así descubrí el corazón de Chopin y pude escuchar, finalmente, la magia del piano.

Que el piano no fuera un instrumento especialmente apreciado por mi no tuvo nada que ver con embarcarme en ese viaje a Polonia. Ni siquiera pensé en el bueno de Frederik. No pensé en nada, como tantas otras veces. Simplemente, fuí.

Y allí Polonia empezó a hablar. Con su lastímera melodía me contó sus antiguos esplendores y las más terribles historias de miedo, muerte y destrucción. Invadió mis ojos con los espectaculares colores de los campos y los finos trabajos del ámbar y me enamoró con esas plazas antiguas o reconstruidas con edificios cargados de detalles arquitectónicos, detalles de forja, de esos que llevan inexorablemente a la ensoñación, como sólo saben llevar a ella los ojos claros que atesoran la mayor parte de las hijas de esas tierras y el discurrir del agua.

Sus ciudades me invitaron a sentirme judío, aún sin serlo. Oí su música klezmer y como en ella se mezclaban la alegría y la pena. Recordé el pianista de Roman Polanski viendo algunos edificios abandonados en Varsovia y enseguida vino a mi memoria esa escena culminante en la que el capitán alemán le pide que toque algo. ¿Qué era? Algo de Chopin, seguramente. Ese Chopin que me saludaba a cada paso. En las tiendas de discos. En las explicaciones de todas partes. ¡Cuánto me hablaba alguien a quién apenas había prestado atención!

Pero las voces más penetrantes llegaron cuando crucé una puerta coronada por el lema "Arbeit Macht Frei" (el trabajo libera), un lugar sórdido donde el sufrimiento humano llegó a sus máximas cotas, donde las personas deseaban morir para librarse de sus penosas vidas. Cerré los ojos y pude sentir una especial gravedad suspendida en el aire y cómo las palabras se negaban a traspasar mis labios. Allí, sólo es posible la comunicación en el interior de cada alma, como una oración.

"Arbeit Macht Frei". Muchos sólo volvieron a cruzar esa puerta convertidos en materia prima para fabricar jabones, tejidos y otras aplicaciones más impensadas. Dentro, no obstante, han quedado sus maletas vacías, sus prótesis, sus zapatos, sus cepillos de dientes, sus billetes pagados (sí, pagados) para llegar a esa tierra prometida, sus esperanzas y, lo que es peor, su dignidad. Aún hoy siguen allí. En silencio. Inertes. Expuestas para herir lo que de humano quede en las bestias en las que nos vamos convirtiendo. Para hacernos sentir un sordo graznido en nuestro interior y hacernos pensar en ello, para siempre, cuando alguien pronuncie "Auschwitz".

¿Qué tocó Szpilman en esa escena? La Balada nº 1 opus 23. Ahora lo sé. Sé que cuando volví a escucharla, una vez en casa, interpretada por Krystian Zimmerman mis ojos brillaban de manera distinta. Esa poesía adquirió un sentido particular. Y ese piano sonó tan ligero y tan profundo como nunca podría sonar una orquesta. Ese era mi momento para conocer a Chopin. Ahora que sé que su corazón no está en ninguna urna, de ninguna columna, de ninguna iglesia de Varsovia, sinó repartido entre los millones de melómanos que son capaces de escuchar con emoción. Y es que en el interior de los polacos, detrás de esa fría reserva, laten pasiones en technicolor.

Les dejo para ir a escuchar algunos nocturnos interpretados por Arthur Rubinstein.




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sábado, 21 de noviembre de 2009

The Mikado!





En los tiempos que corren, seguro que les cuentan muchos "cuentos chinos" cada día. Sobretodo si ponen la televisión y les hablan de "recuperación económica". No teman. El cuento que les presento no es chino, sinó japonés. Son los asiáticos de ojos rasgados que se cierran hacia arriba, por si no los habían ubicado. En realidad sólo los personajes son japoneses ya que, curiosamente, cuando se suben al escenario acostumbran a hablar y sobretodo cantar en inglés. Quienes cantan son los actores, quiero decir. En fin, que sólo les quería dar una pincelada interesante del famoso musical de Gilbert y Sullivan en forma de los siguientes enlaces de youtube:








lunes, 9 de marzo de 2009

La Serva Padrona.




Puede que sea una obra menor de un tal Pergolesi, o al menos eso dicen. Será menor y todo lo que ustedes quieran (y eso que tiene más de dieciocho años cumplidos), pero tiene algunos duetos bien pegadizos. Casi, casi ideales para triunfar en Eurovisión. O como mínimo para encandilar espíritus ligeros como el que un servidor podría tener. Vean y escuchen a Anna Moffo y Paolo Montarsolo:







miércoles, 11 de febrero de 2009

Danzas sinfónicas de Rachmaninov

Los enlaces para escuchar las danzas sinfónicas anteriores:

http://www.megaupload.com/?d=SHQM7VBH
http://www.megaupload.com/?d=EUFH8NIR
http://www.megaupload.com/?d=6GGCI9H4

WONDER OF WONDERS, KONDRASHIN.


Maravilla de maravillas. La lluvia en Sevilla es una maravilla, decía un Rex Harrison traducido en My Fair Lady. Y el arroz maravilla nunca se pasa. Maravilla es, pues, lo que no pasa habitualmente, algo extraordinario, fuera de lo común.
En esta historia, el protagonista ejerce de coleccionista amateur de discos y se encuentra en una pequeña y caótica tienda de Viena con uno que ha estado buscando durante años y que contiene las grabaciones de Las campanas y Las danzas sinfónicas de Rachmaninov interpretadas por Kirill Kondrashin en el sello Melodya. Ya en casa, pone el disco en un reproductor y suena la música, aunque debería decir La Música. Esas danzas tienen en esa grabación la interpretación ideal. Kondrashin visita todos los extremos, incluso con aristas, se apasiona, pero mantiene un control magnífico. Una interpretación que sólo puede realizar un ruso. Una vez escuchada, ya no es posible escuchar otra sin encontrarle defectos ni deficiencias. ¿Existen las interpretaciones “definitivas”? ¿Los “chef d´oeuvres”? Ahí tienen uno.

sábado, 3 de enero de 2009

UNA CANCIÓN DE ACTUALIDAD.




Les hablo de una canción del siglo pasado. Creada en 1931, para ser más exactos. Por E.Y. "Yip" Harburg y Jay Gorney para un musical llamado New Americana y que se estrenó en 1932. ¿Cómo puede ser de actualidad este vejestorio de canción?, se preguntarán. Lo cierto es que hace cosa de un año, si ponía el título de la misma en el youtube apenas salía alguna referencia. Si lo pone hoy salen bastantes más. Hagan la prueba: escriban "Brother, can you spare a dime?" y verán. En efecto, ése es el título de la canción que les comento. La canción emblemática de la Gran Depresión que siguió al crash de 1929. Por lo visto los internautas han considerado -vayan ustedes a saber por qué- que éste era el momento idóneo para rescatar el tema. "Hermano, ¿puedes darme diez centavos?"


Caso de que se sientan impulsados a repartir algunas monedas, he aquí unos mendigos que les cantan el tema:





















Y lo dejaremos aquí porque un servidor no quiere ser la causa que les precipite a situaciones como las que aparecen reflejadas en los vídeos. Lo digo por si han ido dando una moneda por cada canción...